Carta a una gata desnuda

Desnuda eres como un abismo oscuro. Un vacío en el estómago, un nudo de palabras. Negra, desnuda eres la noche, eres el viento. El antojo que se pierde en la punta de la lengua y se convierte en súplica. Desnuda eres una oración, una plegaria. Desnuda eres luz: tus senos que me apuntan como faros cuando estoy perdido y sin puerto.

Karim y la Negra

La Negra caminaba por los tejados con tedio, pensativa, contoneando su tristeza. De repente, cuando empezó la lluvia, lo vio: era blanco y delicado como una figura de hielo; sus ojos, ligeramente azules e infantiles, eran un río dormido que pugnaba por salir y arrastrar con su pasión todo a su paso. La Negra sintió un escalofrío en el lomo y quedó paralizada.