Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A otra hija.) ¡A callar he dicho! (A otra hija.) Las lágrimas cuando estés sola. ¡Nos hundiremos todas en un mar de luto! Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!
Así comienza el espectáculo La Memoria de Federico, con dramaturgia, actuación y dirección del español Etelvino Vázquez, que Cecilia Hopkins -actriz y coreógrafa – presentó en Jujuy en el Teatro El Pasillo, recordando la relación que tuvieron Margarita Xirgu y Federico García Lorca.
Creado en el marco del Proyecto Xirgu-Lorca, ganador co-producción IBERESCENA y estrenado en Asturias, España, el montaje que ofreció la actriz en la Provincia – en producción de Teatro del Norte – es una versión en monólogo del trabajo dirigido por Vázquez, quien hace el personaje del poeta granadino.
Xirgu nos lleva por la relación con García Lorca, entre 1926 y 1936, recordando los personajes femeninos que interpretó y que Lorca no solo retrataba como parte de una sociedad, sino que era una manera de hacer una radiografía de la situación del país.
Sepa que yo no tengo miedo a nadie.
Como el agua que nace soy de limpia,
y me puedo manchar si usted me toca;
pero sé defenderme. ¡Salga pronto!
Esta Margarita canta y danza, reviviendo cuando Lorca le llevó el personaje de Mariana Pineda para que lo interpretara. La sensación que tuvo, la emoción de hacer ese papel de heroína en una época en que el machismo, al igual que ahora en muchas partes, era la Ley de vida.
Marina Pineda es aquella que borda una bandera liberal para don Pedro de Sotomayor, su enamorado y cabecilla del movimiento revolucionario. Pero Pedrosa, autoridad gubernamental y quien conoce la conspiración intenta que Mariana acceda a sus requerimientos amorosos a cambio de desconocer su implicación. Ella no cede y es apresada, la condenan a muerte y queda recluida en un convento. Al final, ella es ejecutada.
Voy a descansar sin despertarme sobresaltada, para
ver si la sangre me anuncia otra sangre nueva. Con el cuerpo seco para siempre.
¿Qué queréis saber? No os acerquéis, porque he matado a mi hijo.
¡Yo misma he matado a mi hijo!
Yerma es la mujer aparentemente estéril, callada, sumisa, que se vuelve más conflictiva y no cede en su empeño en ser madre en una sociedad cerrada. Pero el marido muere y así se cierra el destino trágico porque ahora ella no podrá ser madre, porque en realidad el esposo era el estéril. La obra escrita por García Lorca fue estrenada el 29 de diciembre de 1934, con Margarita Xirgú en el papel principal, y ahora ella – nostálgica – habla de esa España seca, que mataba a sus hijos en una guerra civil sin cuartel, guerra de la que el propio dramaturgo y poeta sería víctima como lo recuerda con dolor la musa que tantas obras interpretó para el poeta.
Vecinas: con un cuchillo,
con un cuchillito,
en un día señalado, entre las dos y las tres,
se mataron los dos hombres del amor.
Con un cuchillo.
con un cuchillito
que apenas cabe en la mano,
pero que penetra fino
por las carnes asombradas
y que se para en el sitio
donde tiembla enmarañada
la oscura raíz del grito.
En este recorrido por las obras de García Lorca que fueron interpretadas por Xirgu está Bodas de Sangre, aunque originalmente quien interpretó a la madre en el estreno en España fue Josefina Tapias, mientras que el Argentina el papel le tocó a Lola Membrives, lo que dejó una molestia en la actriz, que – sin embargo – pudo hacer el papel en la madre patria el 22 de noviembre de 1935, en el teatro Principal Palace de Barcelona, junto a su compañía.
Entre danzas, coqueteos a la imagen fantasmal de Federico, Cecilia Hopkins da una lección de actuación recordando a quien fuera el dramaturgo más importante de España y que murió a manos de un gobierno que lo fusiló para esconder la verdadera razón, ser homosexual, pero lo acusó de ser partidario del Frente Popular y tener una estrecha relación con Fernando de los Ríos, diputado socialista por Granada. Otros atribuyen su muerte a una venganza por viejas rencillas familiares
¡Doña Rosita! ¡Doña Rosita!
Cuando se abre en la mañana
roja como sangre está.
La tarde la pone blanca
con blanco de espuma y sal.
Y cuando llega la noche
se comienza a deshojar.
Con picardía recuerda cuando Federico le dio el Poema granadino del novecientos «Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores» porque ya Margarita no estaba para papeles de moza, pero luego entendió que la protagonista es “la vida mansa por fuera y requemada por dentro de una doncella granadina que, poco a poco, va convirtiéndose en esa cosa grotesca y conmovedora que es una solterona en España”, como habría dicho el propio escritor.
Esta fue la última obra estrenada en vida, el 13 de diciembre de 1935 con el Principal Palace de Barcelona, con la compañía de Margarita Xirgu.
La guerra civil rompió esta relación, y ella se fue a Argentina, él – en abril de 1936 – había recibido una invitación para visitar México. La invitación la hizo el rector de la Universidad Nacional de México, Luis Chico Goerne, para que ofreciera conferencias sobre teatro y poesía. García Lorca había aceptado, pero fiel al sino de sus tragedias, a último momento se echó para atrás y canceló el viaje, aunque en su bolsillo estaba en pasaje para tomar el barco.
Mientras tanto, en Buenos Aires, esta Margarita Xirgu se imagina los encuentros con Federico García Lorca – releyendo cartas, recortes de prensa, y como el teatro es libre de tiempo y espacio, podemos ver qué se dijeron, o qué pensaba ella del poeta, de acuerdo a la versión que veamos.
Margarita se hace cuerpo con Federico, es su memoria viva, y ambos recorrerán – con Cecilia y Etelvino – los escenarios para que más personas puedan conocer la vida y obra de Federico García Lorca, para mí el mejor dramaturgo en personajes femeninos, y que – como lo dice la propia Margarita – habla de su tierra, a la que compara con la mujer, por ser dadora de vida, de esperanzas y hasta de muerte si es necesario.
Al hablar de Margarita Xirgu y Federico García Lorca no se puede dejar de mencionar «La Casa de Bernarda Alba», la última de las tragedias del dramaturgo, que fue concluida el 19 de junio de 1936 – poco antes de su muerte – y por eso el estreno debió esperar varios años, hasta que el 8 de marzo de 1945, se hizo en el teatro Avenida de Buenos Aires, a cargo de Margarita Xirgu y su compañía.
En esta obra se destacan rasgos de esa España de principios del siglo XX, marcada por la sociedad tradicional, machista, violenta, con una mujer en segundo plano, por eso la lucha tenaz de Bernarda – viuda dos veces – de igualarse a los hombres que manejan la familia con puño cerrado, con un infinito miedo al qué dirán y a dar a conocer la intimidad. Así era la España de Franco, moralista, pacata, cerrada y eso lo refleja el autor sin necesidad de dar nombres.
«La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! ¡ A callar he dicho!. Las lágrimas cuando estés sola! ¡Nos hundiremos en un mar de luto! Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído?», dice Bernarda al final. Tal vez ese pudo ser el epitafio de Federico García Lorca, que a la muerte hay que mirarla cara a cara, porque él murió fusilado y en medio del misterio porque nunca se supo donde está enterrado su cuerpo, generando así el mito, del que seguramente – si pudiera – el mismo dramaturgo hubiera hecho un texto dramático con su historia y las hipótesis sobre el paradero de sus restos.
Como lo dice Xirgu/Hopkins, aquí en Argentina, en Uruguay, en Cuba, en Chile, en México tú vives porque quienes quieren al teatro mantienen viva la imagen del poeta granadino y quien es recordado nunca morirá, o esa es mi Visión Particular de un espectáculo que se aplaudió de pie, como debe ser cuando se habla de un dramaturgo, poeta y escritor como fue Federico García Lorca.
Francisco Lizarazo
Esta es la versión original de La Memoria de Federico
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